‘…shall not perish from the earth’
[Historias de cilindros]
Nuria Prieto, A Coruña.
Caminar la arquitectura es experimentarla y percibirla. Para el arquitecto Richard Neutra (1954) ésta es “una pauta […] establecida a nuestro alrededor para guiar constantemente los movimientos y los esfuerzos de ojos, cuellos, brazos y piernas”. La construcción tangible que permite desarrollar nuestro hábitat, el de un ser humano que a veces no es sincero consigo mismo, buscando en esa mentira consentida el asombro, lo inesperado, en definitiva la magia sin el truco. Neutra construyó en 1959 un edificio que esconde el truco para que la magia envuelva una pequeña parte de ese hábitat humano en que vivimos.
El ciclorama construido por Richard Neutra en Gettysburg, para conmemorar la batalla que aconteció en ese mismo lugar, es un cilindro, aparentemente, que esconde dentro la magia de una de las batallas más importantes de la Guerra Civil americana, recreando en imágenes, humo y sonidos aquel espacio. De alguna forma Neutra dejaba las pistas en forma de edificio para entender un retal de historia, desde un “…shall not perish from the earth” (A. Lincoln, 1863) en la fachada hasta los soldados del panorama pintados por Philippoteaux. Sin embargo, it did perish from the earth, y la magia de esta arquitectura se fue con su derribo en 2013, terminando con un cilindro realizado por un maestro de la arquitectura, que dignificaba el ciclorama como tipología arquitectónica propia de la experimentación o de las ambiciones decorativo-monumentalistas de los ochocientos.
Los inicios. El lienzo cognitivo de Robert Barker
En 1793, el pintor irlandés Robert Barker decide realizar una panorámica de la ciudad de Edimburgo sobre un soporte cilíndrico, tan sólo 180º. Aunque se sorprende a sí mismo, no considera que ésta sea suficientemente buena, realizando unos años más tarde junto con su hijo una vista Londres desde Albion Mills que ocupa 360º y 137m2. La pintura, una producción de gran complejidad que requiere trucos perspectivos (1) para que sea percibida de manera adecuada, es bautizada como ‘panorama’ y se exhibiría por primera vez en casa del propio Barker y más tarde en Londres. El éxito de la pintura fue tal, que Barker patentó la técnica en 1787 con el nombre de La Nature à Coup d’Oeil (2) .
Experimentando con la arquitectura. Ciclorama: Cilindro+Panorama.
Las pinturas panorámicas son lo suficientemente singulares como para requerir un edificio específico que les sirva de envolvente. Comienzan a realizarse edificios para albergarlos, con la complejidad añadida de que la mayoría serán efímeros ya que se trata de pinturas itinerantes con una vocación didáctica. Aquellos que eran fijos adoptaban envolventes cilíndricas u octogonales en fábrica de ladrillo, los itinerantes eran construcciones de madera. Morfológicamente, en EEUU se adaptaba la estructura del granero tradicional americano derivado de la arquitectura shaker, mientras que en Europa se improvisaba con otras técnicas constructivas o se adaptaban edificios que ya disponían de esa forma cilíndrica.
El siglo XIX es sin duda la etapa de los cicloramas, momento en que todas las grandes ciudades querían exhibir una de estas panorámicas. En Europa los panoramas realizados durante este siglo suelen representar escenas bélicas como el ciclorama de Raclawice, actualmente en Wroclaw, Polonia, uno de los más grandes con 15x120m o el de la Batalla de Stalingrado en el Mammayev Kurgan, Moscú. También en Rusia se conservan el de el ‘Asedio a Sebastopol’, 1905 y la ‘Batalla de Borodino’, 1911, aunque irónicamente el primero fue parcialmente destruido por el segundo asedio de Sebastopol en 1942. En Bulgaria destaca el panorama del ‘Asedio de Plevna’, más un diorama que panorama, ya que incorpora varios planos dotándolo de más realismo. Sin embargo el más destacable de todos es el ‘Panorama Mesdag’, de La Haya, pintado por Hendrik Willem Mesdag y Sientje Mesdag-Van Houten con la ayuda de G.H. Breitner, T. de Block y B.J. Blommers en 1880. Este panorama no sólo es una obra maestra de la pintura paisajística, sino que su iluminación y el relleno con arena del entorno lo convierten en una muestra realista de la playa de Schveningen. La iluminación es un elemento importante en los cicloramas, ya que los dotan de mayor realismo. Para ello el edificio del ciclorama presenta habitualmente lucernarios en cubierta, cerca del límite con la fachada, que permiten una entrada directa de la luz que refleja contra una superficie blanca para evitar la iluminación directa del cuadro y enfatizar así el efecto de la luz natural.
Panorama Mesdag’, de La Haya, 1880
Sección ciclorama itinerante Batalla de Gettysburg EEUU
El gran interés que despertaron los cicloramas, hizo que en la exposición de París de 1888, se mostraran algunos de los panoramas itinerantes europeos, pero también en las exposiciones celebradas en EEUU este tipo de pinturas tienen una gran acogida. Son introducidos por Lucien-Pierre Sergent y Joseph Bertrand, a través de una panorámica de la batalla de Vicksburg realizada para París. El primer ciclorama construido en EEUU fue la ‘Vista de de Versailles’, un edificio que contenía la pintura de John Vanderlyn tras ser trasladada desde otro conocido como La Rotonda. Pero el ciclorama americano más conocido es el de la Batalla de Gettysburg de Paul Dominique Phillippoteaux, que se exponía en cicloramas de madera itinerantes hasta que en 1912 se trasladó al Parque Nacional militar de Gettysburg. Entre los cicloramas más conocidos a lo largo del mundo destacan ‘La batalla de Atlanta en Georgia’, ‘La batalla del Monitor y el Merrimac’, ‘Jerusalén y el día de la Crucifixión’ en Jerusalén o ‘La batalla de Waterloo’ en Toronto. La mayoría de estas pinturas se encontraban en edificios construidos para ellas, cicloramas diseñados en la segunda mitad del siglo XIX, algunos de los cuales aún se conservan.
El edificio que permite ilusiones a tamaño real o un zoótropo 1:1
Estar en medio de una batalla no es suficiente, incluso dentro de un cilindro arquitectónico diseñado como una camisa a medida. La ilusión no es completa. Pero, si el cilindro comienza a moverse, estar dentro de ese zoótropo gigantesco crea un espacio mágico en el que los artefactos de la arquitectura se ponen al servicio de la pintura revelando el truco.
En 1899 se representa en Broadway la obra Ben Hur, el montaje incluye un ciclorama en el escenario en el que se representa la carrera de cuadrigas, en ella se cuelgan los caballos de cables y se mueven las cuadrigas con máquinas, proyectando arena y emitiendo sonidos. La escenografía impactó tanto al público que creyó que los caballos se abalanzarían sobre ellos.
Apenas un año después, en París se construye el primer ciclorama móvil. Éste se movía mediante rodillos simulando un viaje en un globo aerostático. La cesta del globo constituía el espacio de observación mientras que ciclorama, curvado en los límites superior e inferior se mueve. A pocos metros de él se construye un ‘mareorama’, un edificio elíptico que alberga una réplica de un barco de 70m de eslora, rodeado de un ciclorama curvado que gira mediante rodillos reproduciendo un viaje desde Algiers a Singapur, pasando por el Canal de Suez, Estambul y Sri Lanka. La pintura realizada por Hugo d’Alessi, era muy realista, pero además esta se acompañaba de vapor, sonidos de barco y del mar, y movimiento en el propio barco que causaba el mareo de los visitantes. Tras este viaje en barco, se podía realizar un viaje en el Transiberiano, montando en un vagón de tren real en torno al cual se colocaban cicloramas móviles con el paisaje.
Mareorama, Globo Aerostático, Exposición de París, París, 1900
Mareorama, Exposición de París, París, 1900
El ciclorama es el truco. Viajar sin moverse es la ilusión real que se crea dentro de un ciclorama, la que permite desde la arquitectura crear un poquito de magia dentro del hábitat del hombre. Un experimento arquitectónico que saca de la monotonía el concepto de espacio, que permite soñar un poco más, todo ello dentro de un gran cilindro.
Notas:
(1) La corrección perspectiva es la gran innovación del Panorama de Barker, su referente directo puede encontrarse en las pinturas de Václav Hollar (1607-1677), grabador y dibujante de origen bohemio que se especializó en imágenes panorámicas de gran complejidad, sus últimos años vivió en la ciudad de Londres. Hollar llamaba a sus panorámicas ‘Long Views’.
(2) La Naturaleza a Golpe de Vista
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