Habitaciones amnésicas

Joan Alfòs, Terrassa

Blanco, blanco y más blanco. Las paredes y el techo estaban pintadas de blanco, los muebles lacados en blanco o forrados de piel blanca, el mármol de la mesa -sobre el que estaba su infusión de menta- era blanco e incluso su mente se había quedado en blanco. Sentado en su blanca silla, Miguel experimentó una insoportable sensación de vacío. Tras su separación, Miguel decidió cortar con su pasado y empezar de nuevo. Lo primero fue renovar su entorno, eliminar los recuerdos almacenados en su hogar, redecorar la pequeña casa con jardín en la que tantos años había vivido con Noelia, su exmujer, que ahora compartía su vida con su antigua profesora de piano. Adolfo, su amigo diseñador, se encargó de arrasar con su pasado y transformar su casa en un elogio al minimalismo. La reforma no solo resolvió el problema, sino que les dio a ambos, algo de lo que sentirse orgullosos. Adolfo publico las fotografías de la casa en su web y en diferentes revistas de decoración; las imágenes del espacioso comedor con la cocina integrada que abría sus grandes ventanales al jardín zen y la escalera sin barandilla que ascendía hacia la suite abierta al baño con bañera exenta, se volvieron efímeros iconos de la red. Miguel aprovecho la popularidad de su casa como una excusa perfecta para celebrar fiestas, comidas, reuniones y reencontrarse con antiguas amistades. Se sentía el rey de un palacio perfecto, de un mundo ideal donde vivir.

Al cabo de un tiempo, tras el ruido, las risas y las alabanzas, un silencio ensordecedor empezó a invadir a Miguel. Aquella mañana, esperando mientras se enfriaba el té, se sintió una imperfección en un paraíso diseñado, un extraño en su casa. Tras tomarse la infusión, atravesó el jardín y la barrera de bambús para dirigirse al cobertizo situado al fondo de su parcela. Este pequeño almacén de chapa, oculto tras los bambús, contenía amontonados todos los trastos, muebles y recuerdos que la reforma expulsó. Abrió las puertas y empezó a sacar los diferentes objetos acumulados, algunos para eliminarlos y otros para venderlos. Su antiguo sofá de piel ajado por los años, su mesita baja de madera tallada, su revistero artesonado con algunas revistas antiguas, su lámpara de pie y algunos otros objetos, fueron depositados en el espacio libre entre el almacén y los bambús. Sin proponérselo reprodujo la disposición de su antigua sala; estaba ahí, bajo el sol. Sin poder resistirse, salió de casa, compro un paquete de cigarrillos, una botella de ron, volvió, preparó un carajillo, encendió un cigarrillo y se sentó en el sofá a hojear sus antiguas revistas. Una sensación de bienestar le invadió. Tras almorzar, traslado algunos de sus antiguos muebles al comedor, pero este los rechazaba, los expulsaba de nuevo al almacén. Miguel tenía un comedor perfecto pero excluyente. Este no aceptaba nada que no apareciera en el diseño de Adolfo, cualquier incorporación alterara la armónica relación, el equilibrio existente entre las partes. Miguel resignado, devolvió los viejos muebles al almacén. Antes de colocarlos pensó en ordenarlos y eliminar algunos, pero se dio cuenta que si lo hacía eliminaría la evocación de algunos momentos vividos. Miguel, desde su blanco y silencioso palacio sin memoria, dejaba correr su imaginación recomponiendo su pasado a partir de recuerdos surgidos de la recombinación de los múltiples objetos acumulados. Los bambús separaban las amnésicas habitaciones de la casa -espacios silenciosos, inmutables y armoniosos que Adolfo diseño para él- del rincón de los recuerdos -espacio ruidoso, discordante y voluble que él construía cada vez que abría la puerta del cobertizo-. Miguel aprendió a disfrutar de ambas partes, de la perfección diseñada y de la imperfección construida, de la que proyectaba y de la que vivía. Adolfo veía a su amigo feliz y se sentía satisfecho con su trabajo, aunque para su gusto, para que la obra hubiese sido perfecta, el jardín zen tendría que haber ocupado el resto de la parcela, eliminando aquel cochambroso almacén lleno de trastos inservibles del pasado.



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