Telaraña. A partir de una fotografía de Martí Gasull Coral

Anna Belsa, Barcelona.



Martí Gasull Coral (Barcelona 1919-1994) tomó esta fotografía hacia finales de los años cincuenta. Él mismo se encargó de positivar una sola copia sobre papel baritado de 38 x 28,5 cm. Sin ninguna duda, una muestra exquisita de su inquietud, centrada en investigar nuevas formas de expresión en el ámbito de la fotografía artística. Probablemente, quiso captar la forma en la que los hilos de la telaraña, húmedos y brillantes por el rocío, reflejaban la luz. Su voluntad también fue la de retratar aquella estructura de hilos como de seda, perfecta y admirable, construida gracias a la sabiduría de la supervivencia. Las telarañas están concebidas para la resistencia: aunque se rompa uno de los filamentos, la estructura permanece intacta. Como fotógrafo, Gasull se fijó en la luz y en la forma, pero sin lugar a dudas, también quiso reflejar un tema que ha estado presente en la obra de muchos artistas a lo largo de la historia del arte y que ha sido abordado desde perspectivas muy diferentes. Su presencia constante a lo largo del tiempo y en obras de artistas de trayectorias dispares, hace que lo contemplemos como una especie de bajo continuo, o como un motivo recurrente que se amolda a cualquier manifestación artística, pudiéndose interpretar bajo numerosos puntos de vista. A continuación pondremos algunos ejemplos especialmente significativos y de disciplinas diversas que vienen a demostrar este interés constante.

La afición de Odilon Redon (1840-1916) de visitar el Museo de Historia Natural, le llevó a sentir una auténtica fascinación por el mundo de las arañas. Para un artista que buscaba la expresión de una realidad alternativa, basada en unos valores que iban de la imaginación al subconsciente, las arañas eran una especie de alter ego fantástico de los seres humanos. La araña que sonríe (1891) o La araña que llora (1881) podrían considerarse como auténticos precedentes del surrealismo, en tanto que el artista aplicó las formas del mundo real a un mundo imaginado. Odilon Redon dotó de emociones a las arañas, “humanizó” su comportamiento, trastocando las descripciones de los tratados de Ciencias a los que era muy aficionado.



Sin embargo no hace falta alejarnos tanto en el tiempo para encontrar a una artista que convirtió las arañas en el tema central de su arte: Louise Bourgeois (París, 1911- Nueva York, 2010). En 1999 terminó su escultura titulada Maman, que reproduce una araña de más de 9 metros de altura. Se trata de una escultura de acero y mármol de la que se realizaron una serie de réplicas de bronce. Para Louise Bourgeois, la araña es una auténtica oda a su madre. Su familia tenía un taller de restauración de tapices donde ella trabajaba como tejedora. Bourgeois siempre comparaba la laboriosidad y la inteligencia de su madre con la de las arañas, así como su actitud proactiva y su empeño incansable.



En un sentido muy diferente, en el año 2009, se produjeron dos manifestaciones artísticas que tomaron las telarañas como leit motiv. Sin tener nada que ver una con la otra, llama la atención el protagonismo del tema de la telaraña, planteado, en ambos casos, bajo ópticas muy diferentes y con propósitos muy diversos. Con motivo de la semana del diseño de Viena el colectivo artístico croata Numen/For Use, presentó una telaraña gigante construida con 535 metros de plástico adherente. A pesar de su aspecto frágil, la estructura fue capaz de soportar el peso del grupo de bailarines que realizó una coreografía durante el acto inaugural. Después, el público podía introducirse dentro de la telaraña y experimentar la sensación de estar atrapado en ella. Paralelamente, y durante la Bienal de Venecia, Tomás Sarraceno (Tucumán, Argentina, 1973) presentó la obra Galaxies formin along filaments. Consistía en una gran telaraña suspendida al techo y las paredes mediante cuerdas elásticas y que mantenía el equilibrio gracias a un estudiado cálculo de tensiones. Si la telaraña del colectivo Numen buscaba indagar en los aspectos sensoriales, la de Tomás Sarraceno se basaba en planteamientos puramente estructurales.



La telaraña de la fotografía de Gasull Coral, no sólo es capaz de transmitirnos la idea de resistencia, sino también su contrario. Podría tratarse de un intento de representar la fragilidad etérea. El contraste de la telaraña, brillante por el efecto de la luz sobre las gotas de agua atrapadas en sus filamentos y destacando sobre un fondo negro, nos sugiere el concepto de lo efímero. Las telarañas, por más resistentes y perfectas que parezcan, no son estructuras pensadas para durar eternamente. En este sentido, Caspar David Friedrich (1774-1840), en una xilografía de 1803 titulada “Melancolía”, representó a una mujer sentada entre unos árboles muertos y rodeada de flores secas. Entre las ramas se extiende una telaraña. La obra tiene una fuerte carga simbólica. Habla de la transitoriedad de la vida, de su fugacidad. Es sin duda, un fiel exponente de la inquietud emocional del Sturm und Drang y de la corriente más tenebrosa del romanticismo. La fotografía de Martí Gasull Coral, con su potente radicalismo en blanco y negro, podría acercarse a esta misma poética, pero en clave mucho más contemporánea, acercándonos a la idea de principio y fin, sin alternativas.



La conclusión de este análisis, es que tanto las arañas como las telarañas han sido un símbolo recurrente, elegido por muchos artistas de épocas y tendencias diversas, para representar las cosas importantes de la vida: el subconsciente, la madre, la vida y su caducidad, el espacio y los límites. Pero además, y contemplando la foto de Gasull, no puedo dejar de ver representada una metáfora de nuestro mundo interconectado, de nuestra manera de movernos hoy en día. Nuestra sociedad siempre ha funcionado como una red; pero ahora, esta dinámica se ha llevado hasta las últimas consecuencias: los límites de nuestra red son los límites de nuestro mundo. En este sentido, sería oportuno citar la extraordinaria novela de W.G. Sebald, Los anillos de Saturno. Para describir el mundo que nos rodea, Sebald utiliza las múltiples alianzas creadas entre pasado y presente, entre los recuerdos y la imaginación, entre la poesía y los relatos científicos, entretejiéndolos como si fueran los filamentos de una telaraña. Esta telaraña sebaldiana nos describe la totalidad del mundo y contiene todas las épocas, todos los personajes, todos los espacios y todas las ideas. De hecho, no se trata de otra cosa que de dejar al descubierto nuestra estructura interna: la de la humanidad y su historia.



Referencias:
fig.1 Martí Gasull Coral,
fig.2 Odilon Redon, La araña que llora, la araña que ríe
fig.3 Louise Bourgeois: maman
fig.4 Colectivo artístico Numen / for use
fig.5 Tomas Sarraceno
fig.6 Caspar David Friedrich: Melancholía

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