Formas de activación espacial: la telaraña y Matta-Clark
Víctor Manuel Cano Ciborro, Barcelona.
Al arquitecto norteamericano Gordon Matta-Clark le gustaba dar sentido a su obra desde el comentario que una anciana portera de setenta años le hizo una vez en París:
“Ah, ya veo para qué es ese boquete: es un experimento de traer luz y aire a espacios donde siempre fueron insuficientes”.
De este modo, se servía para realizar una severa crítica a la arquitectura formalista, cristalizada, estable e institucional que había inundaba el siglo XX. Arquitectura, que bajo los dogmas de una modernidad guiada por el Estilo Internacional, daba sus últimos coletazos a finales de los sesenta, donde “conceptos como inestabilidad, aleatoriedad, indeterminación, interdependencia y complejidad, pasaron a afectar definitivamente los cimientos de todas las disciplinas” (1). En este contexto es donde un joven Matta-Clark intentaba poner en danza todas estas construcciones estéticas que acabaron dando forma a lo que denominó como Anarquitectura.
Matta-Clark consideraba que había que luchar contra la arquitectura del hoy como antaño se hizo con castillos o torres medievales, se debía evolucionar hacia nuevas formas de habitar el espacio que reflejasen las demandas del momento. Matta-Clark criticaba la arquitectura como contenedor, entendiéndola como un proceso abierto, sensible y mutable. Su Anarquitectura promovía espacios vívidos, espacios que sólo existían desde la activación del cuerpo.
- “Espacio que sólo existe desde la activación del cuerpo” = Telaraña -
En 1971 origina la forma arquitectónica “Tree Dance”. Una serie de telarañas fabricadas con red de paracaidista sobre las que se balancean, saltan, duermen, bailan –habitan- una serie de colegas del artista. Esa telaraña resulta ser paradigma de una arquitectura vivida.
fig.1
En el espacio-telaraña la araña no es contenida, ni su red es contenedor, ni sus presas continentes. Es un espacio cargado de una tremenda intuición, un espacio que sólo se activa
desde la acción. Un espacio donde la técnica –tensión, ligereza, elasticidad- y la táctica, se complementan en una vigilia –calma tensa- a la espera de que un cuerpo –insecto o pequeño vertebrado, si viuda negra- lo active y comience a visibilizarse la complejidad de esta forma arquitectónica experiencial.
Matta-Clark dibujó un bello croquis –si es que aún se puede hablar de belleza-, donde se demuestra su sensibilidad espacial; el árbol adquiere todas sus marcas, pliegues y topografías, las hojas se ramifican, los tipos de espacio-telaraña se imbrican con el espacio-árbol sin avasallarlo.
Es un dibujo que quizá muestra –someramente- como piensa una araña antes de situar su hábitat.
fig.2
La viuda negra sabe que sus presas viajan por el aire a una determinada altura –aproximadamente 1 metro sobre el suelo- y sabe que las dimensiones de sus víctimas no son excesivas, por ello sus redes rondan los 30 centímetros de diámetro. Es fascinante como la telaraña desarrolla casi todas sus funciones vitales en ese mínimo y complejo espacio-refugio-trampa-defensa.
Como podría decir el filósofo Gilles Deleuze a modo de manifiesto –y quizá llegase a intuir Matta Clark- la arquitectura tiende a ser un devenir-telaraña, esto es, una forma que sólo se activa desde la acción de los cuerpos.
fig.3
Imágenes
fig 1. MATTA-CLARK, Gordon. “Tree dance” fotogramas. 1971.
fig 2. MATTA-CLARK, Gordon. Drawing for Tree House. 1971.
fig 3. ROMERO RIVAS, Rocío. “Danza en la Red”. 2015.
Referencias:
(1). MOURE, Gloria. Gordon Matta-Clark. Museo Nacional Centro
de Arte Reina Sofía, 2006. P.10.
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