Ventana iluminada por otra Ventana

François Guynot de Boismenu, Herblay

Recuerdo una historia, allá por los años 40, sobre dos ventanas iluminadas. Como dice el escritor Enrique Vila-Matas: » Las ventanas son como «faros, hay muchas historias en ellas» (1).

Rear Window (La ventana indiscreta), película de Alfred Hitchcock, agosto 1954

Estas dos ventanas de la historia estaban a cada lado de un boulevard, frente a frente.
Pertenecían a dos casas modernas y estaban iluminadas hasta la madrugada. Para ser más exactos, eran viviendas-estudio de dos arquitectos que, por aquellas épocas, nutrían la producción y el pensamiento arquitectónico de mi país.

Uno de los arquitectos era incapaz de no asomarse por su ventana porque contemplaba con cierta angustia la luz que, sistemáticamente, noche tras noche, venía de la ventana de enfrente.

No imaginaba historias de ladrones, ni de una pareja haciendo el amor sobre la mesa de dibujo, ni pensaba en un simple olvido. Tampoco retorciendo el tema, pensaba en una reunión de amigos charlando sobre la crueldad de la arquitectura. No.
Siempre imaginaba a su colega sentado frente a su mesa, diseñando día a día hasta altas horas de la madrugada, haciendo magníficos proyectos o trabajando en el concurso de turno que los oponía.

Lo que más le angustiaba era la gran capacidad de trabajo de su colega.
Obsesionado con ello, no podía dejar de trabajar al ritmo de su vecino.
Su insomnio inicial se transformó con el tiempo en noctambulismo.

Desde el otro lado del boulevard, el arquitecto estaba también pendiente de la otra ventana, y de la historia que desde esta se podría contar sobre su propia ventana iluminada.

Cuando terminaba de trabajar, siempre dejaba encendida una luz de su estudio, la de su mesa de trabajo.
No lo hacía para que sus ideas siguieran moviéndose, iluminando, ni para asegurase de que estas se quedaran tranquilas en su mesa, sino que lo hacía sólo como una broma.
Se iba a dormir burlón por su juego travieso, tranquilo sabiendo que, desde el otro lado, su colega seguiría trabajando, motivado por su ventana iluminada y por la historia que podría imaginar al verla.

Así también son las historias, que se miran entre ellas. El leer y el escribir son como ventanas iluminadas que dialogan durante la noche.

Leemos historias que nos escriben y escribimos historias sobre otras ya leídas.

Dice un escritor argentino que nada es más llamativo, en el muro negro, que un rectángulo de luz amarilla. La imagen propuesta por Adrià Goula así lo demuestra.


Mauricio Cravotto (1893-1962) y Julio Vilamajó(1894-1948) Arquitectos
Montevideo - Uruguay.



Referencias:


(1) FENÊTRES ÉCLAIRÉES, carnets de lecture - 01/06/05 par Enrique Vila-Matas dans Le Magazine Littéraire, n°443 pagina 19, Francia.

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