Sistema propio

Ana Petronsi, Buenos Aires


LE CORBUSIER: El nuevo Hospital de Venecia, It. 1964-1965


Con carácter fragmentario y escenográfico, una suma laberíntica y densa de módulos, piezas o células avanzan y se extienden por osmosis como si no supieran donde están las leyes del espacio buscando por si, una matriz geométrica.

Amalgamas rígidas y elásticas a la vez, llenas de huecos, generan sombras y contrastes por tanto sugieren ver lo que esta por debajo, provocando misteriosos encuentros inertes, apegadas a sí mismas e invocando así una unidad.
Quizá, están tratando de explorar el suelo, nutrirse, con un hermetismo absoluto de manera independiente.

Así se mueven estos mecanismos orgánicos.

Creciendo silenciosamente, tejiéndose entre redes y entrelazándose con cierto grado de equilibrio, estos cuerpos perforados se comunican con el exterior y el interior y a la vez entre ellos, conformando paisajes en si mimos protegidos y manteniendo integras sus estructuras, al tiempo que actúan como sistemas de comunicación con el entorno.

También generan acciones y reacciones, provocadas por una piel porosa, que invita a mirar hacia el interior, a descubrir, organizar, a iluminar, dentro del espacio, dentro su propio sistema.

Al intentar explorar dentro de un microcosmos formado por estas mallas monótonas, responden al factor humano como principio, tanto en uno como en otro, parten de estímulos profundos y esenciales de lo cotidiano.

No es mi propósito cuestionarme si estos tejidos por momentos distan de todo contexto, urbano, o aparecen de la nada, sino el de analizar e interpretar las preocupaciones del
re-definir el habitar del ser, en células y programas básicamente, donde, la superposición del objeto y del sujeto configuren un entrelazamiento y den lugar a la formación de espacios, entendiendo que cualquier acción arquitectónica tiene como uno de los objetivos: la sensibilidad social y cultural.

Con carácter analítico y comprensivo, al intentar de superponer las imágenes y fundirlas, observo la mezcla de sensaciones de reposo y tranquilidad de unos seres agradablemente aislados, contenidos dentro de celdas orgánicamente armadas vinculadas por corredores, tipo calles dentro de estos objetos arquitectónicos introvertidos, donde uno se acomoda sobre el agua y el otro lo sustenta el suelo.

Es mirada cotidiana evoca misterio e inquietud.


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