Réquiem

Pablo Twose Valls, Barcelona

Hace algunos años Oscar Tusquets organizó una exposición en el CCCB llamada “Réquiem por la escalera”. Quizás este pequeño texto sea un “Réquiem por un pilar”.

Los pilares no están desapareciendo, sin embargo los arquitectos nos empeñamos en esconderlos de un modo algo patológico. Parecemos asesinos avergonzados que, tras un violento crimen, descuartizamos la víctima para esconderla en los lugares más insospechados: detrás del armario, tras una falsa pared, en el grueso de la fachada etc… Hemos refinado este juego, de escondites imposibles, hasta convertirlo en el crimen perfecto.


Fragmento vivienda unifamiliar, Twobo arquitectura, 2007

En nuestra defensa, podemos alegar que las ajustadas dimensiones de los pisos no toleran la presencia de un pilar; o bien que nuestra herencia constructiva está basada en los muros de carga; pero tan sólo son excusas, cada vez que dibujo un pilar dentro de un armario me recorre lentamente un inconsciente sentimiento de vergüenza.

Es por ello que en este artículo me había propuesto elogiar algunos pilares ilustres, aquellos que “salen del armario”. Recuerdo especialmente los pilares anudados de Villa Mairea de Alvar Aalto, los esbeltos pilares del pabellón de Barcelona de Mies Van der Rhoe, o los pilares paraguas del edificio Johnson de Wright…


Mies, Aalto y Wright.

Hasta que me topé con el recuerdo de los nueve pilares gigantes de la villa Ottolenghi de Carlo Scarpa. Tuvimos la suerte de visitar esta casa en 2003, gracias a un viaje organizado por la ETSAV y dirigido por José Ángel Sanz. En mi memoria, su interior está inmerso en una densa oscuridad custodiada por gigantes de piedra.

A partir de aquí, este artículo se ha transformado en un pequeño pasatiempos “arqueológico” a través de los croquis de Scarpa. Recopilando todas las versiones y redibujándolas. Intentando recrear, calco a calco, el propio proceso evolutivo, y quizás por el camino desentrañar el enigma de los pilares, porque según el propio Scarpa: “dibujo porque quiero percibir”.



VILLA OTTOLENGHI, 1974-1979, Bardolino, Verona.


versión 01

En la versión 01 observamos el primer gesto que hace posible la casa: el espacio que Scarpa denominó “la calle”. Una rasgadura del terreno original, entre el exterior y la casa, generada gracias al muro de contención. Éste se deformada debido a la demanda de luz de las estancias, como si el arquitecto excavara en el terreno allí donde lo requiere el programa. Las habitaciones se organizan de forma radial entorno a un espacio central comunitario, la sala.


versión 02

En la versión 02 “la calle” se acaba de perfilar y el resto del programa se acomoda al nuevo gesto. La habitación principal crece hacia el jardín, respetando dos árboles existentes a lado y lado. En esta versión aparecen los primeros pilares, flanqueando el paso interior/exterior del pasillo de la habitación.


versión 03

En la versión 03 Los pilares colonizan el espacio central, envolviéndolo. El resto del programa se acaba de acomodar al espacio que genera “la calle”.


versión 04


versión 05

En las versiones 04, y 05 la casa queda prácticamente definida,
variarán el número y la posición de los pilares, así como el baño de la habitación principal y algunas modificaciones en las habitaciones.


versión definitiva

Al realizar este repaso por los croquis originales yo pensaba que encontraría algo de “fundamental” sobre los pilares, algo así como la simiente de la propia casa. Sin embargo éstos aparecen cuando la casa ya está formulada, e incluso cambian con más facilidad que la propia casa en el proceso de diseño. ¿Que significan entonces?.


pilares

Buscando, ya no en los croquis si no, en la obra de Scarpa, veremos que otros grandes pilares son utilizados en dos proyectos: en la Villa Zoppas, de 1953, y en la casa Roth en 1971. Quizás deberíamos ver estos pilares como una recurso, como un medio para alcanzar algo, antes que como un fin en si mismo.

En un símil lingüístico: los pilares no son el sustantivo de la arquitectura si no que, en manos de Scarpa, se convierten en “preposiciones” al espacio, tomando prestado el término de Sergio Los, antiguo colaborador de Scarpa.



Podemos ver en el esquema como los pilares envuelven el espacio central y de alguna manera evidencian la separación entre éste y el resto de la casa, y el exterior. Los pilares actúan como un mecanismo de transición espacial, un umbral.

En el interior las visuales vendrán filtradas por la masividad y la presencia de los pilares que actuarán de forma dual: en escorzo, estas presencias puntuales serán más opacas que las propias paredes, en cambio, frontalmente actuarán como grandes pasos u oberturas al paisaje. Los pilares asociados a elementos de una dimensión puntual serán aquí los encargados de prestar profundidad al edificio.

De igual modo, los pilares, jugarán un papel importante al recoger el recorrido del sol en sus superficies evidenciando el paso del tiempo. Todas estas consideraciones tienen un carácter temporal, el de traspasar, mirar, cruzar. La casa está impregnada de esta sensación que es inabarcable en una sola imagen.

Otorgar complejidad a los elementos, dotarlos de significado e incluso simbolismo, son tareas poco frecuentes hoy en día.

Quizás este texto tan sólo sirva, cuando escondamos un pilar en un armario o bien los dibujemos transparentes en un render, para recordarnos que las cosas pueden hacerse de otro modo.


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