Superposiciones
Rubén Páez, Barcelona.
La trenza de la ilustración vincula dos vidas, hace convivir en un instante dos individualidades que se funden y conforman una nueva existencia.
Esta experiencia, la de superponer instantes conformando un nuevo estado y una nueva realidad, se acerca al trabajo de muchos pintores hiperrealistas. El pintor norteamericano contemporáneo Richard Estes es uno de ellos. Des de la década de los 70 retrata con máxima precisión las más diversas escenas urbanas cuotidianas, especialmente de la ciudad de New York.
La obra de Estes, centrada en la visión cambiante de la ciudad, cuestiona aquello que aparentemente vemos utilizando el reflejo de las superficies para modelar las infinitas percepciones y crear múltiples realidades a través de la superposición de los reflejos. Es inquietante comprobar que más allá de las apariencias existen realidades irreconocibles abiertas a múltiples interpretaciones.
Los cristales de los escaparates, el agua de los charcos, las chapas metálicas de los coches, los muros cortina de los rascacielos, son las superficies con reflexiones difusas o especulares que el pintor Richard Estes somete a la nueva forma de percibir.
La ciudad aparece distorsionada, fragmentada, sometida a la complejidad y a la desmaterialización de las propiedades de los materiales reflectantes. La superposición fusiona instantes y la percepción se convierte en una experiencia dinámica, abriéndonos infinitas posibilidades de ver la realidad construyendo un nuevo espacio intangible.
En un contexto más actual pero sin dejar el ámbito de la pintura, el pintor barcelonés Jorge R. Pombo aborda la idea de disolver la realidad superponiendo imágenes procedentes de lugares distintos en una serie llamada Cities.
También desde el hiperrealismo y a través de las veladuras de pintura Pombo superpone ciudades, visitadas por el propio artista, estableciendo un nuevo paisaje urbano irreconocible. Desprovisto de la figura humana y con aparente antagonismo en la elección de los lugares, la obra compone imposibles visiones en las que el espectador intenta imaginar su ciudad ideal creando nuevas y complejas arquitecturas.
El resultado final es una propuesta subjetiva en la que la ambigüedad se rebela en un perfecto equilibrio visual.
La ambigüedad como forma de percibir la realidad no sólo se puede abordar desde la creación artística. En el contexto arquitectónico, la superposición se establece cuando los límites de los materiales se difuminan y las propiedades visuales de estos nos permiten experimentar nuevas cualidades.
Esta propuesta la encontramos en la Fundación Cartier en el barrio parisino de Montparnasse, obra del arquitecto francés Jean Nouvel.
Como si se tratara de una fusión de los espacios interiores y exteriores, el plano de vidrio que compone la fachada se extiende y alberga el jardín del edificio. La transición y el paso entre los espacios desaparece y los telones de cristal introducen los espacios exteriores en el interior. La gran estructura transparente evoca la naturaleza inmaterial provocando la ensoñación de aquellos que observan a través del material.
El interior, el exterior y la propia ciudad se mezclan negando las formas de percibir tradicionales convirtiendo la realidad en una nueva representación aparente.
La confusión y la desorientación actúan como protagonistas en un espacio desmaterializado por la alteración de las características visuales de las múltiples superficies reflectantes.
El resultado es un espacio sin límites con una complejidad óptica en la que los reflejos sobre las superficies acristaladas se multiplican y se superponen componiendo una ambigüedad visual casi mágica.
Referencias:
Imagen 1. Richard Estes. Urban Landscapes III. 1981
Imagen 2. Jorge R. Pombo. Cities. Doha/París. 2011
Imagen 3. Jean Nouvel. Fundación Cartier. París 1994
---------------------------------índice--------------------------------