Recipientes y Escaleras
Ricardo Flores y Eva Prats, Barcelona.
Esa trenza dibuja dos vidas en paralelo, el juego de ser el otro, de combinarte confundiendo tu individualidad y posibilitar una existencia doble.
El dibujo de una trenza se parece a la relación que hemos establecido en alguno de nuestros trabajos, al relacionar caída de luz natural y circulación vertical. Al vincular tan estrechamente estas dos situaciones, la unión es tan unívoca que no se puede diseccionar qué vino primero, quién empezó ese ajuste, ese doble contorno: si el objetivo era construir una escalera o era modelar un recipiente de luz natural, si se trataba de organizar el recorrido por el interior de un museo o de construir capillas de luz para las piezas que se habían de exponer.
Museo de los Molinos, Palma de Mallorca.
Entre circulación y caída de luz, cuando la pared de uno es el envés del otro, cualquier empuje ha de ser aceptado y neutralizado por el otro lado, como en un combate de sumo, en el que ningún contrincante llegará a caer al suelo.
En uno de los lados has de caber, y en el otro no puedes estrangular demasiado el canal de luz, no puedes perder intensidad, la luz debe trasladarse paralela a los pasos que suben o que bajan.
Centro Cultural Palau Balaguer, Palma de Mallorca.
Casa Providencia, Barcelona.
En la restauración del edificio público del Palau Balaguer de Palma, en la Casa Providencia o en el nuevo teatro Sala Beckett, la construcción de la escalera va a su vez posibilitando a su alrededor la formación de un recipiente lleno de luz natural. Se trata de escaleras-lucernario, donde gente y luz bailan una con otra, donde las personas suben esquivando, gambeteando la luz que quiere bajar… Existe una relación de fuerza, una relación física de la luz como masa que deforma la escalera, esa masa líquida, una luz líquida que forcejea para conseguir espacio, una y otra van empujándose para finalmente llenar todo el vacío a su alrededor.
El jueves pasado, la madre de una alumna de Zaragoza nos regaló esa famosa trenza de Almudévar. Para dividirla entre los 12 que éramos, pensamos si se había de deshacer la trenza primero, pero las instrucciones de la alumna autóctona fueron claras: pártela a lo largo, dijo, por la mitad, y luego haz pequeños trozos, así se puede repetir… Al cortarla de esta manera deshicimos el hechizo de la trenza, pero el dulce estaba muy, muy bueno.
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