“Lo Recuerdo...”(1)

Daniel Luis Martinez , Brooklyn, New York.



Así es como Jorge Luis Borges comienza la historia de Ireneo Funes: con un recuerdo. Pronto descubrimos, sin embargo, que esto no es una historia acerca de nuestros recuerdos comunes. El narrador (2) nos muestra inmediatamente sus sentimientos sobre la palabra recordar cuando dice que no tiene, “derecho a pronunciar ese verbo sagrado."(3) El relato de sus encuentros con Funes se convierte en una manera de relacionar una paradoja más profunda acerca de la memoria. Para Funes, el joven gaucho uruguayo alterado para siempre por un accidente terrible a caballo, el ideal de una memoria perfecta se opone directamente a la imposibilidad de la repetición.

En el momento en que Funes gana su increíble capacidad de recordar, también se convierte en inválido. Esto se manifiesta como una debilidad física (ya no puede caminar) y un nuevo estado mental muy extraño. La amplitud de la mente de Funes está bien representada por su necesidad de dos sistemas imposibles: "un vocabulario infinito para la serie natural de los números,” y, “un inútil catálogo mental de todas las imágenes del recuerdo."(4) Estas labores ilustran su incapacidad para consolidar la información en categorías más generales. El tiempo se convierte en el desarrollo sin fin de detalles específicos. La memoria de Funes, sin límites e insaciable en su consumo de eventos ("Mi memoria, señor, es como vaciadero de basura." (5)) no puede resultar en el conocimiento ordinario. Si cada momento transitorio incide una nueva y única articulación en su mente, entonces el resultado es un campo de texturas infinitas; prácticamente ilegible sin el componente más básico de nuestra cognición: la repetición. Aquí es donde reside la verdadera miseria de Funes. Como alguien, “casi incapaz de ideas generales, platónicas... le era muy difícil dormir", porque, "dormir es distraerse del mundo.” (6)


Borges inventa la trágica historia de Funes para navegar por el terreno de las condiciones humanas extremas y mostrarnos algo profundo sobre la forma en que realmente pensamos. También abre un nuevo contexto para situar una obra de ficción. El recuerdo de un hombre que era capaz de recordar todo fue seguramente provocado, en toda sinceridad, por algo Borges recordaba haber leído en la Historia Naturalis de Plinio. Aunque parezca trivial en un primer momento, es una anécdota especialmente revelador. Cuando Funes habla en voz alta desde el rincón oscuro de su habitación durante una visita de regreso del narrador: "ut nihil no iisdem verbis redderetur Auditum"(7), ("nada de lo que se ha oído puede ser contada con las mismas palabras"), es como tanto la confesión de la verdadera origen de esta historia y un resumen de su tema principal. Borges está rehaciendo Plinio, excepto que esta repetición se convierte en algo nuevo a través de la ficción.

Tenemos buenas razones para mirar hacia Borges (y Funes, en particular) en un momento en que la arquitectura Metabolista ha vuelto a aparecer en la conversación a través de un acto del destino y de un famoso arquitecto-escritor. Considere la torre Cápsula Nakagin por ejemplo, que se basa en la repetición de módulos idénticos. Puede interpretarse como un manifiesto en contra de las formas tradicionales a través de la distribución "orgánica" de piezas idénticas. También podría interpretarse como el deseo simultáneo de la normalización y la libertad. Pero cuando veo las ruinas de ciertos experimentos platónicos siempre me acuerdo de Funes. Recuerdo la imposibilidad de repetir algo puramente y empiezo a imaginar un lenguaje arquitectónico basado en nuestra memoria textural.




Referencias:
(1) Jorge Luis Borges, Funes El Memorioso, Ficciones (Madrid, Alianza Editorial, S.A., 1971), 121.
(2) Como es sabido, el propio Borges es el narrador imaginario de muchas de las historias de Ficciones. Sin embargo, mientras el narrador de Funes, El Memorioso comparte ciertas características con el verdadero Borges, se nos dice que Ireneo Funes murió en 1889, diez años antes del nacimiento de Borges en la realidad. El narrador de esta historia no tiene nombre.
(3) Borges, 121.
(4) Ibid., 130.
(5) Ibid., 128.
(6) Ibid., 130-131
(7) Ibid., 126.


Imágenes: Bocetos para una caja de cenizas, de una serie basada en Funes, El Memorioso titulada: Un Zarathustra Cimarrón y Vernáculo, por el autor, 2013.

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