La chuletilla de cordero
Héctor Quintela, Madrid
-No hay bondad -decía Jack-, no hay misericordia en esta maravillosa naturaleza.
-Es una naturaleza malvada -dije yo-, nos odia, es nuestra enemiga. Odia a los hombres.
-Elle aime vous voir souffrir- dijo Jack en voz baja.
-Fija en nosotros sus ojos fríos, llenos de gélido odio y de desprecio.
-Frente a esta naturaleza -dijo Jack-, me siento culpable, lleno de vergüenza, miserable. No es una naturaleza cristiana. Odia a los hombres porque sufren.
-Está celosa de los sufrimientos de los hombres.
Cabría esperar que la arquitectura, por fin, evolucionase; se convirtiese en un ente cyborg originado por las circunstancias específicas del individuo, y no fuera una actitud especulativa del arquitecto la que determinase el uso y disfrute de la obra de arquitectura. Que la estructura que la conformase ya no fuese un elemento rígido, sino flexible, en la que se ensamblasen piezas prótesis. De esta forma, la arquitectura se formaría mediante la superposición de estas piezas que, dependiendo de su diseño tecnológico, podrían ahorrar agua, producir energía mediante la captación solar, absorber gases contaminantes o simplemente expandir la casa mediante terrazas desplegables.(…) Estamos pues, ante el inicio de lo que llamaremos Tejidos Tecnológicos — Debe recordarse también que para Vitruvio, el punto de vista de la arquitectura debe ser global, generalista, o en sus propias palabras "la arquitectura abarca como en un círculo todas las ciencias". Una interesante consecuencia de esto (generalmente ignorada u ocultada) es que, para Vitruvio, "todos los hombres y no sólo los arquitectos están en condiciones de juzgar lo bueno". Esta línea argumental fue conservada por algunos tratadistas posteriores, como Alberti y Fray Lorenzo de San Nicolás, pero desafortunadamente la mayoría siguió por otro camino. (…) Queda por ver también, si la conciencia humana tendrá suficiente sensibilidad como para elegir la senda sensata o si por el contrario preferirá morir entre sus propios excrementos y vómitos — No perdamos de vista su rústica cabaña. Puedo ver únicamente columnas, un techo o un dintel y una cubierta a dos aguas, formando en ambos extremos lo que llamamos un tímpano. Llego a esta conclusión: en un orden arquitectónico sólo la columna, el dintel y el tímpano pueden formar parte esencial de la composición. Si cada una de esas partes está apropiadamente emplazada y formada, nada más necesitaremos para hacer una perfecta obra — El cuerpo existe mediante el flujo de agua. No es ni interior ni exterior. Según esto, el cuerpo es como una gota de agua. Ya había tenido esta idea con relación al concepto de interfaz. Me parecía como que la pantalla era como una superficie de agua y cuando intenté expresar esta sensación con más precisión, llegué a la impresión descrita. (…) Mientras trabajo con el ordenador tengo la sensación de meter los pies en el agua. No está fuera, pero tampoco está dentro de mí. Sin duda, esta extraña realidad redefinirá el ámbito del yo — Tengo de este modo una sólida casa de piedra enlucida, de diez pies de ancho y quince de largo, con columnas de ocho pies, con un desván y un armario incorporados, una gran ventana a cada lado, dos trampillas, una puerta en un extremo y una chimenea en el otro — Queda, por último, hacer una propuesta de reconversión del sector. Mientras numerosos profesionales del ramo se empeñan en engalanar el viejo método con los ropajes de la sostenibilidad, la respuesta seria y concienciada al actual problema ambiental debe pasar, en primer lugar, por abandonar la posición de preeminencia, otorgada por un sistema que ya no tiene futuro, que los arquitectos defienden a capa y espada — Si queréis en un abrir y cerrar de ojos ilustraros acerca de este asunto, y saber si el placer puede más que la pena o solamente si son iguales, comparad la impresión del animal que devora a otro con la impresión del que es devorado — En sus primeros diarios, Iñaki Uriarte relata la actitud displicente de un personaje de Monnier la primera vez que vio el mar: “Tal cantidad de agua roza lo ridículo”. (…) Curioso este Léauataud, que responde sobre el presunto consuelo de la naturaleza: “Para mí la naturaleza es una cosa espantosa. Piense usted en todas las muertes sucesivas que representa la naturaleza. En la naturaleza, el pequeño sirve de alimento al grande, la naturaleza no es más que una sucesión de crueldades. ¡Los árboles! ¡Incluso los árboles! Se matan entre ellos con las raíces y con las sombras de las copas — A mi juicio, cuanto más estudiamos el Arte, menos nos preocupa la Naturaleza. Realmente lo que el Arte nos revela es la falta de plan de la Naturaleza, su extraña tosquedad, su extraordinaria monotonía, su carácter completamente inacabado. Si la naturaleza fuera confortable, no existiría la arquitectura — (…) marcando el auge de una nueva sensibilidad medioambiental y el abandono de las actitudes, los lenguajes tópicos y las metas de la modernidad. Uno de los “asuntos” clave para entender esta transformación es el interés creciente, con múltiples manifestaciones y ramificaciones, por cuestionar la relación dialéctica entre naturaleza y artificio heredada de la modernidad, por plantear una mayor afinidad o identificación entre ambos conceptos (…) — La arquitectura del futuro será blanda y peluda.
Los autores de los textos, por orden de aparición (de los textos).
Curzio Malaparte/ José Antonio Millán Mena — Mariano Vázquez Espí — Abate Laugier — Tsutomu Toda — Henry Thoreau — Carlos Jiménez Romera — Arthur Schopenhauer — Manuel Jabois — Oscar Wilde — Iñaki Ábalos — Salvador Dalí.
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