10 m2

Pablo Twose, Barcelona.

2,5 x 4 m. medidas de una cápsula de la torre nakagin.

Llevo todo el verano dibujando el mismo rectángulo en el aire: 2,5 x 4m. Es fácil llevarlo encima, tan sólo hace falta contar la distancia en pasos. 2 pasos y medio en una dirección y 4 pasos en la otra. Lo he trazado en la arena de la playa, sobre el pavimento de una plaza, en mi propia casa, en el lobby de un hotel… Con la vana esperanza de encontrar en sus medidas alguna explicación de su espacio. 2,5 x 4m. ¿Cómo habitarlos? si en apenas unos pasos ya has salido de ellos.

2,5 x 4 m son 10 m2 en planta. Según las ordenanzas municipales de Barcelona 10m2 es el espacio mínimo para una habitación doble dentro de una vivienda.

Buscaba comprender un rectángulo de 10m2, y en Madrid, me encontré con una elipse de 18m2. Otra geometría, otra superficie. Fue en la exposición “Giacometti, terrenos de juego” que se pudo ver en la Sala Recoletos de la fundación Mapfre. En una pequeña sala de la exposición, completamente blanca y de contornos ovalados, se recreaban de forma abstracta los 18m2 del estudio que Giacometti utilizó durante 40 años, situado en la calle Hippolyte Maindron de París. En una de las paredes de la exposición se podía leer:

“no era más que un agujero. Pero cuanto más tiempo permanecía en él, más grande se volvía”(1)

18m2 que se han descrito por sus visitantes como: sombríos, polvorientos, minúsculos, ruinosos. Un agujero inmundo, iluminado tan sólo por una bombilla desnuda.

“Se tiene la impresión que no hay nadie tras la puerta gris, con vidrios polvorientos; una tela impide mirar a través de la ventana de este pequeño taller…” (2)

Un agujero que no se puede ver. Un agujero que se ensancha, un agujero que contiene un universo invisible.

Por extraño que parezca, muchos escritores, al igual que el escultor Giacometti, prefieren estar encerrados en agujeros a disponer de lugares con vistas al exterior. Sobre esta decisión de “trabajar” en espacios exiguos el escritor norteamericano Paul Auster explica en una entrevista que quizás sea mejor no disponer de demasiadas comodidades para la tarea de escribir, que la comodidad de un lugar contagia una especie de comodidad de espíritu. Para estar totalmente concentrado en el objeto que trabajo – dice el escritor- , el lugar tiene que estar sucio.

Encerrarse en los espacios más escasos y mugrientos es una tendencia antagónica a aquella que propugna el aislamiento en la naturaleza virgen. Esta tendencia urbana, llevada a su minúscula expresión, tiene en las chambre de bonne parisinas sus mayores exponentes.


Chambre de bonne

Son minúsculas habitaciones, con retrete compartido, ubicadas en las buhardillas y reservadas para las criadas que servían en las plantas nobles de los grandes edificios burgueses parisinos. En 1904, las ordenanzas municipales de París las regularon: superficie mínima de 8m2 libres, medidos a 1,30m del suelo, y un volumen no inferior a 20m3. Cada habitación debía estar dotada de salida de humos y ventilación natural.

2,5 x 4m. 10m2 sería probablemente una medida usual. En esos escasos metros vivieron escritores como Beckett, Hemingwey, el propio Paul Auster, Enrique Vila-Matas, los personajes de Roberto Bolaño y Georges Perec…

Auster la describe así:

“S. vivía en un lugar tan pequeño que entrar en él se convertía en un desafío, y daba la impresión de que la habitación se resistía a albergar a alguien más. Una sola persona llenaba la estancia; dos la volvían sofocante. Era imposible moverse en su interior sin contraer el cuerpo hasta sus más mínimas proporciones y la mente hasta su dimensión más infinitamente minúscula. Sólo entonces uno podía empezar a respirar, a sentir que la habitación se expandía, y entonces permitía que la mente explorara los límites desmedidos e insondables de aquel espacio. Porque en aquella habitación cabía el universo entero, una cosmología en miniatura que contenía en si misma lo más extenso, distante y desconocido.”(3)

Perec, más sucinto, lo redondea:

“Tu buhardilla, es la más bella de las islas desiertas. Ahora vives en lo inagotable”(4)

Agujeros y universos. Lo cósmico en lo minúsculo.

Hay en todos estos espacios jíbaros una auténtica condición de isla desierta, ya que por mucho tiempo, debido a sus dimensiones, pasaron desapercibidas por el mercado inmobiliario. Eran excepciones, rarezas, las esquinas sobrantes que quedan al reparcelar la ciudad. Así, estos espacios alejados de la presión inmobiliaria pudieron desaparecer, languidecer acumulando polvo, ser desacomplejadamente sucias, lugares donde la “luz y el polvo eran felices” (5)…

Buscaba en Google imágenes que me pudieran servir para ilustrar el artículo, y para mi sorpresa, me he topado con este otro artículo, que igual pueda interesar a alguien, titulado: “invierte en una chambre de bonne parisina”. Los autores lo resumen: La idea es comprar un apartamento de menos de 9m2 muy bien situado, con una hermosa vista, y a alquilar con facilidad a los turistas!

Por lo visto, explican que es posible comprar una de esas chambres de bonne por 50.000€ Euros, y que con una pequeña inversión de 6.000€ para su reforma podremos ganar 550€/mes. (550x12) x (100/56.000) = 11,78% de rentabilidad, Voilà!

2,5 x 4m, 10m2, 56.000€


Agujeros de miles de euros. En aquellos agujeros donde el tiempo se medía por el sedimento del polvo en sus superficies ahora se mide por las mensualidades abonadas en una cuenta corriente. La luz del mercado ha eliminado cualquier rastro de oscuridad, de suciedad, de tiempo, de soledad, rasgos que antes atesoraba la ciudad sin apenas saberlo. A cambio miles de turistas podrán disfrutar de las vistas de la torre Eiffel.

Se cierran los agujeros, se cierran los universos, adiós a la soledad. Al igual que en París, la torre Nakagin de Tokio está a punto de ser engullida por la especulación.

Quizás ahora sea un buen momento para recuperar unas palabras de Kisho Kurokawa, arquitecto de la torre cápsula Nakagin, en torno a un término japonés que se nos escapa, llamado Kochuu.

“La idea que subyace al concepto (Kochuu) “estar dentro del jarrón” es la de crear una casa de té diminuta dentro de la cual uno piense en el universo. Lo que en el plano físico es un espacio pequeño puede llenarse de grandes pensamientos”
(6)

2,5 x 4, 10m2, un interior donde se crea un pequeño universo.



Referencias:


(1)Alberto Giacometti, frase recogida en la exposición “Giacometti, terrenos de juego” que se pudo ver en la Sala Recoletos de la fundación Mapfre
(2)Arts, nº545, 7-13 de diciembre de 1955, p.9 Entrevista con Alain Jouffroy. Recopilado en GIACOMETTI, “escritos”, editorial síntesis.
(3)AUSTER, Paul. “La invención de la soledad”, ed Anagrama
(4)PEREC, Georges, “Un hombre que duerme” ed. Impedimenta
(5)VALERY, Paul, “Piezas sobre arte”, ed. Antonio Machado. Fragmento donde el autor describe el estudio del pintor Edgar Degas.
(6)Kochuu: Arquitectura Japonesa, influencias y origen. Director del documental: Jesper Wachtmeister. Colección: arquia/documental
Nº de la colección: 23

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