LA CASA INVISIBLE, FICCIONES ARQUITECTÓNICAS
Adrián González del Campo, A Coruña
El objeto invisible (1934-35) de Alberto Giacometti, manifiesta a la perfección la obsesión por “dar forma a lo invisible”, el vacío representado en aquello que no se tiene. Esta pieza describe una figura humana sosteniendo entre sus manos la nada, quizás una crítica a la escultura ovoide de su época, quizás la perfecta manifestación del deseo. André Bretón en L’Amour Fou la describe como “la emanación del deseo de amar y ser amado en búsqueda de su verdadero objeto humano y en su dolorosa ignorancia”. Sin embargo, esta obra no es la única ni la primera manifestación del vacío generada en el arte y en la arquitectura.
Años después Leon Lewbaum, un artista menor unido a la resistencia generada en los años en los que el expresionismo abstracto se encontraba frente a las reticencias de Rauschenberg, John Cage y Jasper Johns, rescata la “Casa Invisible” de Veliki Nóvgorod utilizándola como referencia para una de sus obras. Lewbaum, que por la época aún se encontraba en las filas del Black Mountain College, generó lo que llamó “La nada invisible”, una obra provocadora, paralela a las obras reaccionarias que elaboraba Rauschenberg en aquel momento. Esta nada invisible, supuso un hito anecdótico en la historia del arte de la época, sin embargo, podría considerarse el súmmun de la obra artística. Entre las justificaciones y el análisis previo que se realiza de todo ello, se encuentra una fotografía antigua, cuyo paradero actual es desconocido, donde aparece un armario, una pequeña mesa, una cama, elementos personales en general y un hombre en el centro, abrigado, esbozando una leve sonrisa. Leon Lewbaum aseguró en la época que esta fotografía pertenecía a los experimentos realizados por el arquitecto ruso Veliki Nóvgorod.
Un par de años antes del “El objeto invisible” de Giacometti, la manifestación de vacío o de deseo es manifestada en la arquitectura a través de Veliki Nóvgorod, con su “Casa invisible” (1931-1933). En esta obra perdida en el tiempo por su carácter altamente efímero y experimental, se plasma una vivencia del hogar realizada en la intemperie, con mobiliario y organizaciones que podían mudar y transformarse a su antojo, componiendo poco a poco y con este proceso de adaptación, una casa por sí misma, sin techos ni paredes. Poco tiempo después, Nóvgorod fallece debido a una pulmonía, no se ha encontrado ningún archivo que ligue su mortal enfermedad con el desarrollo de esta obra en concreto, aunque tampoco se ha encontrado nada que diga lo contrario.
No se conservan archivos visuales de aquella obra que en su momento fue tildada de experimento o provocación y que poco trascendió en la época, pero que debería ser rescatada del olvido como la manifestación última de la vivienda perfecta, la re-elaboración continua del deseo de habitar a través del vacío.
Leon Lewbaum y Veliki Nóvgorod, permanecen como una anécdota en la historia del arte y la arquitectura. Sin embargo, este artículo pretende ensalzar sus figuras al considerarse que tanto uno como otro, habían alcanzado sin saberlo, la máxima expresión en su campo. Jorge Oteiza, conocedor de estos hechos poco conocidos, aseguraba después de explicar las historias contadas en este artículo que “el silencio y la nada son la culminación de la obra del artista, el vacío es la suprema manifestación del ser”, y que por ello, él se veía obligado a dejar la escultura.
Imagen:
Reconstrucción inventada de "El objeto invisible".
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