Vuelo ligero
Pablo Twose, Barcelona
Quizás haya unas veinte mesas de dibujo distribuidas entre las distintas habitaciones del profundo piso de la Avenida República Argentina que alberga el estudio del arquitecto Josep Llinàs. Cada una de esas mesas está asignada a uno de los trabajadores del despacho.
Repartidas por el piso, permanecen sin ocupar cuatro mesas vacías, sin ordenador.
Llinàs se traslada de una de esas mesas a otra según el proyecto con el que esté trabajando. Un cambio de proyecto significa un cambio de mesa. Mientras el resto del estudio permanece estático Llinás es el único que se desplaza.
Creo que hay algo premeditado en ese cambio de ambiente constante, de una mesa a otra, casi como si fuera un rito de paso que acontece a cada cambio de proyecto.
Me imagino que en cada traslado, hay ideas que se mueven, y otras que permanecen en la mesa. De hecho es algo rastreable, puede verse entre las maquetas de trabajo y entre los distintos trazos de lápiz sobre papel vegetal que van poblando esas mesas vacías.
Parece que Llinàs, en su día a día, quisiera representar en sus movimientos espaciales aquella cualidad sólo medible en el tiempo, la progresión de las ideas…
Quisiera hacer un esfuerzo y quedarme tan sólo con ese momento de tránsito entre arquitecturas. Eliminar los puntos fijos (edificios) y quedarme con esa mudanza perpetua de ideas, y en este proceso volver a buscar la arquitectura.
Quizás sea Enric Miralles quien mejor encarne este proceso de muda perpetua.
“(…) lo más importante es el arte de iniciar el pensamiento,(…). Esto no viene del laborioso proceso de la arquitectura, sino que está condicionado por lo que se explica del proyecto fuera del mismo proyecto. Cómo ir hacia las cosas, encontrar lo que deberían englobar, enriquecerlas, darles forma..., éste es el trabajo real. Es enigmático, tiene que ver con la intuición, con asociación de ideas, y transita entre un proyecto y otro”. (1)
Miralles está emparentado con Jujol,
“regresando a casa cargado con todo aquello que había ido encontrando a lo largo del día, por el camino. Jujol, en efecto, recoge restos de aquí y de allá, los transporta de un lado a otro, los amontona, los ordena, los transforma, y de ellos surge un mueble, una lámpara, una caja, un atril, un relicario, una corona, una cruz, un edificio entero...» Juan José Lahuerta, *(2)
Jujol transporta objetos, materiales, Miralles ideas, recuerdos... Sin embargo el proceso es el mismo. Es en este transportar donde todo se vuelve más leve, donde las ideas/objetos despojadas de su origen pueden convertirse en cualquier cosa. Ideas transportadas como objetos, algunos pesados, otros banales. Ideas que se amontonan, se guardan o se tiran.
Miralles y Jujol bien nos podrían recordar a esos vagabundos que andan siempre empujando un carrito rebosante de extraños objetos. Un carrito en un avance sin fin, siempre lleno a pesar de su continuo vaciarse…
Digamos que existe también otro tipo de mudanza, aquella donde prima la selección y el abandono. Dónde la decisión importante no está en lo que nos llevamos si no en todo aquello que dejamos atrás. Quizás sea paradigmático el caso del arquitecto y matemático Japonés Kazuo Shinohara que viajaba con tan sólo una idea encima. A lo largo del tiempo esta idea se reemplazaba por otra, pero era siempre una.
“uno siempre debe seleccionar sólo un tema de entre un número infinito de formas e ideas. Es una apuesta importante de consecuencias serias (…) La elección de un único tema implica rechazar todas las alternativas. A partir de ese mismo momento comienza una lucha con todo aquello que se ha rechazado.”(3)
Aún siendo dinámicas opuestas creo que la “mudanza” de Miralles y Shinohara están fuertemente emparentadas. Ambas llegan al mismo punto desde sentidos opuestos.
Miralles opera desde el infinito, desde un proceso de amontonamiento, desde el deseo de poseer “todas las formas delineadas simultáneamente, desde todos los ángulos” (4)
Por el contrario Shinohara opera mediante la elección de un único tema capaz de evocar todo aquello que ha sido rechazado, su gigantesca renuncia evidencia todas las formas posibles que nunca serán.
El peso de una única idea… Shinohara admiraba a Mies por ello, quizás por su radical convicción:
“Tengo un enorme respeto por este proceso unilateral de maestría que culmina en un estilo perfecto”(3)
Un estilo/idea perfecto que obligó a Mies a abandonar a su mujer e hijas, mudarse de su provinciana ciudad de Aquisgrán hasta Berlín, cambiarse el nombre y destruir todos los planos de sus obras anteriores. Como una purga necesaria.
“soy partidario del hombre solo, Cuando una idea es buena – y clara – entonces debería proceder de un único hombre” (5)
Uno se queda abrumado por el peso, de una o de todas las ideas. Me pregunto si existiría una arquitectura que en su mudanza no transportara nada, que se hubiera despojado ya de todo.
Pienso en una frase que John Berger le dedica al pintor Vincent Van Gogh en su libro “Sobre el dibujo”
“(…) mientras que él, en cuanto abandonó su primera vocación de predicador, abandonó toda ideología. Se volvió estrictamente existencial, se quedó ideológicamente desnudo. (…) Y de esta desnudez suya, que para sus contemporáneos era ingenuidad o locura, procedía su capacidad de amar, súbitamente y en cualquier momento, lo que veía delante de él”(6)
Referencias:
(1)Enric Miralles: “Melanges”, Architecture d’Aujourd’Hui, num.312 (septiembre 1997)
(2) .Juan José Lahuerta, “Instrumentos de pasión”, DC Revista de crítica arquitectónica núm. 5, 2001: 21
* Esta cita ha sido extraída del artículo Schwijol de Guillem Carabí publicado en este mismo número de la revista.
(3) Kazuo Shinohara: El tercer estilo, 2G n.58/59, Nexus. Publicado originalmente en japonés bajo el título “Dai san no Yoshiki”, Shinkenchiku, vol.52, núm.1, Tokio, enero 1977
(4)Enric Miralles: “El interior de un bolsillo”, El Croquis, ( Miralles/Pinós,1983-1990 )núm.30 (1994)
(5)“Conversations with Mies”, en Peter, John, The oral history of modern architecture: interviews with the greatest architects of the twentieth century, Harry N. Abrams, New York, 1994 (version castellana recogida en Puente, Moisés (ed.)
(6)John Berger, “Berger on drawing”, Occasional Press, Cork, 2005.
En castellano “Sobre el dibujo”, Gustavo Gili, Barcelona, 2011
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