Vida del fragmento
Carme Galmés, Manacor
Primera reflexión
Casas sin objetos, en la era de la arquitectura de la imagen.
Realmente, ¿se puede vivir en un espacio impoluto donde sólo importa ocultar los objetos? ¿Vivimos prisioneros de nuestra propia arquitectura?
Los objetos son fragmentos de nuestra vida.
Segunda reflexión
El fragmento
Año 2004. Con Elías Torres, Joan Roig y nuestra clase de proyectos, realizamos un viaje. La excusa, ver las obras de los Juegos Olímpicos de Atenas.
Cuando recuerdo aquel viaje, ya en la distancia, me viene a la mente la fascinación que produjo en mí el fragmento.
La ciudad de Atenas, desordenada, fragmentada y sucia, parecía una suma de volúmenes sin orden aparente. La silueta del Partenón se erigía como una isla, coronando la ciudad.
Las ruinas, fragmentos de una civilización pasada, se superponían ante mis ojos. Era el esplendor de otros tiempos.
Dimitris Pikionis
O la vida del fragmento
El camino hacia la Acrópolis de Atenas, de Dimitris Pikionis, es una suma de fragmentos. Son trozos de piedra colocados con tanta sensibilidad que parece como si siempre hubieran estado allí, como un árbol centenario.
(…)Me agacho y cojo una piedra. La acaricio con la mirada, con los dedos. Es un trozo de piedra caliza gris. El fuego modeló su forma divina. El agua la esculpió y la dotó de un fino revestimiento de arcilla, con manchas alternas de blanco y rojo herrumbroso con matices amarillentos. Le doy vueltas entre mis manos. Estudio la armonía de sus contornos. Me encanta la manera en que los entrantes y salientes, luces y sombras, se equilibran en su superficie. Me llena de alegría el modo en que las leyes universales se expresan y se cumplen en esta piedra(…)
(…)En verdad, se me ocurre, o piedra, que así como la masa incandescente de este planeta fue arrancada del sol y se puso a dar vueltas a su alrededor como un anillo de fuego condensándose finalmente en lo que es nuestra tierra; tú viniste para ocupar un lugar en su vasta expansión que de ninguna manera fue accidental. La armonía del conjunto global, la cual determinó la inclinación del eje de nuestro planeta, también te designó este lugar particular como tu hogar, como el generador de tu forma sumamente espiritual dentro de una atmósfera y luz que están espiritualmente en sintonía contigo.
La danza de tus átomos, gobernada por el número, da forma a tus partes de acuerdo con la ley de tu singularidad. Representas por tanto esta ley bipolar de la armonía individual y universal.(…)
(…)Tus superficies laterales se convierten en laderas, colinas y nobles precipicios. Tus cavidades se convierten en cavernas donde el agua fluye en silencio desde las grietas de la roca sonrosada.
Piedra, tú configuras los rasgos de este paisaje. Tú eres el paisaje. Tú eres el Templo que debe coronar las rocas escarpadas de tu propia Acrópolis. Porque ¿qué otra cosa hace el Templo sino promulgar la misma doble ley que tú cumples?
Más que ninguna otra cosa, ¿no es también el Templo “una explicación del modo en que se ordenan la totalidad de las cosas”? ¿No es su equilibrio similar al de las montañas de vegetación, al de todas las criaturas vivientes? (…)(1)
Al final, ¿qué somos? No somos más que pequeñas piezas (fragmentos) de un mundo al cual, muchas veces, olvidamos que pertenecemos.
"El arte es el hombre añadido a la naturaleza", Vincent Van Gogh
Referencias:
(1)De Dimitris Pikionis, Architect 1887-1968 'A Sentimental Topography', Architectural Association, London
Imagen 1 Taverna a los pies de la Acrópolis
Imagen 2 Atenas
Imagen 3 La Acrópolis
Imágenes 4,6 El parque de la Acrópolis
Imagen 5 Dimitris Pikionis corriendo con sus hijos
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