Acercamientos
Alberto Twose, Barcelona
Primer acercamiento.
Recuerdo la luz que abrasaba… cobijado en los corredores interiores del palacio, desde sus ventanas en celosía, observaba como aquella luz perfilaba en primer plano las murallas, todo contorno quedaba retratado.
Esas geometrías contrastaban en forma y color con el amasijo de cajas que quedaban en un segundo plano, sin un orden aparentemente claro, que formaban la ciudad de Jodhpur, la Ciudad Azul.
Traspasé la vista más allá de las murallas con el fin de intentar reconocerla, y comprobé entonces que se creaba una relación visual entre aquellas dos estructuras tan distintas, la ciudad observaba al palacio y el palacio a la ciudad. Un sinfín de rectángulos negros surgieron de la fachada predominantemente azul. La extensión llegaba muy lejos, casi hasta desaparecer, un poco antes de volver a ver cómo las murallas abrazaban de nuevo la ciudad.
Al fondo el horizonte.
Segundo acercamiento.
Como caídas al azar, lo que ahora estaba predominando eran los terrados y cubiertas planas de aquellas casas.
Seguía siendo azul, pero de otra forma... Las cubiertas no lo eran, pero sí sus muretes y pequeñas fachadas. Intuía que esas cajas se encajaban con otras, y éstas con las de al lado, cada una rematada a su antojo en cuanto a altura, geometría y acabados. De ahí que acabaran apareciendo escaleras y rampas que conectaban todos los niveles, para así poder recorrer toda la ciudad por las alturas. Daba la sensación que podías ir de punta a punta sin pisar la calle, que por cierto, no aparecía por ningún lado.
En ocasiones surgía alguna fachada que llegaba hasta el suelo, probablemente porqué el edificio que tenía al lado se había venido abajo. Parecía existir otro nivel debajo de aquella sucesión de planos interminables.
Tercer acercamiento.
Busqué fachadas y las acabé encontrando al acercarme un poco más.
Aquel desorden generalizado anterior comenzó a coger un cierto significado en el momento en que la luz me volvió a mostrar mediante las sombras proyectadas en sus fachadas, por donde debían transcurrir las calles que ya conocía y que nunca logré ver desde el privilegiado punto de vista.
Encontré un cierto orden, parecía que al menos éstas, quisieran dirigirse hacia algún lado, ya no parecía un simple azar.
Aquellas sombras, puntualmente seguían mirando a palacio.
Cuarto acercamiento.
Entendí que aun podía ver un poco más y me acerqué hasta comprender qué sucedía. Entonces vi esos planos que dibujaban el paisaje, pero esta vez los volví a coger descubriendo que lo que antes parecía un plano vacío ahora estaba cargado de información.
Desde luego la ciudad ya no era azul, aparecieron de repente muchos más colores. La ropa se secaba al sol, extendida en curiosos lugares, pisadas por grandes piedras para que no se echaran a volar. Piedras, escaleras, depósitos, muebles, bicis, macetas, camas, cables y mierda, mucha mierda, dispersa por todos lados dibujaban el nuevo paisaje.
El caos y el desorden volvían a aparecer en cuanto concentrabas la vista en un espacio en concreto.
La calle que nunca vi era el terrado.
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