La rotonda y el cubo
François Guynot de Boismenu, Paris.
«La victoire avant tout sera de bien voir au loin, de tout voir de prés et que tout ait un nom nouveau»
Guillaume Apollinaire.
Siempre he tenido problemas al conducir por las rotondas, espero no accidentarme en esta imagen que me invita a entrar. Sin ir más lejos este verano volviendo de Vistabella Pablo y María fueron testigos de mi mal de rotondas, todavía hoy me puedo perder en una de ellas.
El mayor problema cuando comencé a conducir eran las curvas, en cambio las líneas rectas no representaban ningún peligro para mí. De ahí viene mi original pánico a este lugar 100% curvo.
La rotonda consiste en una plaza, con una vía circular alrededor, en la que empalman varias vías y la misma cantidad de salidas posibles. Geométricamente la rotonda es maleable, ya que realizar otras trayectorias en ella es posible, pero poco recomendable.
Este lugar es una mezcla de peligro salvaje y de seguridad ordenada, sólo dos sencillas reglas se aplican:
1. el sentido de giro por la rotonda es anti-horario.
2. y tienen la prioridad los vehículos que ya están circulando dentro de la rotonda.
Todo es una cuestión de sabe entrar, como colocarse dentro y sobre todo saber salir de ella, siempre con confianza.
Pero creo que el mayor secreto en ellas reside en saber ver y al mismo tiempo moverse, mirar su centro y su periferia de manera coordinada.
Mis estudios de arquitectura primero me desculpabilizaron ya que el mismo Le Corbusier decía que «la calle recta es muy arquitectónica, la calle curva solo a veces puede ser arquitectónica».(1)
Luego con otros maestros aprendí a ver las cosas también cuando me muevo, físicamente y sobre todo mentalmente.
Podría decirse que aprendí a conducir no con el permiso de conducir sino con mi título de arquitecto, y con el título de arquitecto el derecho de llegar a serlo.
Mi rotonda preferida es la place de l’Etoile en París. Como la rotonda de plaza España su centro está ocupado por alegorías. En París son más bien alegorías guerreras, en Barcelona son pacíficas y marcadamente geográficas. Otros tiempos, otras referencias.
Le Corbusier en su llamado a matar la calle corredor, consideraba las rotondas como una ilusión de la planimetría.(2)
Esto no impidió a estas dos plazas ser campos magnéticos dentro de la ciudad. No son campos estáticos, éstos están generados por un desplazamiento originado por variables en el tiempo.
Podemos así desplazarnos en ellos hasta al año 1929 en que atraían confiadas vanguardias y clásicas contradicciones.
Exactamente a la misma distancia de estas dos plazas se encontraban: el pabellón Alemán de Mies Van der Rohe y el proyecto de apartamento que Le Corbusier diseñaba para Carlos de Beistegui sobre la avenida Champs Elysees (en el número 136, la obra fue destruida a finales de los 40).
Se trata de una construcción de dos niveles completamente nueva en la parte superior de un edificio antiguo.
Para Le Corbusier este proyecto era un programa «vedette», desde su origen era una oportunidad para «celebrar el paisaje de los tejados parisinos» a través del dispositivo terraza-jardín, prototipo para una ciudad «radieuse».
El principal reproche que Beistegui le hizo a Le Corbusier (a parte de los 700% de aumento en la evaluación de la obra y su debido aumento de honorarios) fue su poca presencia en la obra a causa de sus innumerables viajes. (3)
«vemos habiendo conquistado, habiendo construido» LC.
Para Le Corbusier los viajes eran conquistas, así llegaba a ver la ciudad y a construir. Ya sea como peatón, a través del parabrisas de un auto, desde un barco o desde un avión, las vistas se complementan, se integran unas en otras.
Cuando miramos la ciudad, otra manera de dialogar se establece entre el espectador y el espectáculo que se ofrece, que se deja ver. Cuando descubrimos los ojos de la ciudad, ella termina mirándonos. (4)
Como conquistador Le Corbusier hace una lectura de París reducida, evocando como simples anotaciones las atracciones turísticas mayores, las cuales resaltan del banal contexto urbano.
Así es como los ojos encuadran teóricamente la exploración, reservándose el derecho de elegir y de rechazar.
Esta visión es la que entra en el ático de Carlos de Beistegui.
El apartamento es más que un lugar para recepciones excéntricas de una elite ávida de novedades, este es además la suma de dos «boîtes magiques» (cajas mágicas). (5) Una más mágica que la otra.
Una de ellas está compuesta por una multitud de nuevas tecnologías (o artilugios) como los dispositivos para esconder los vegetales de la terraza, accionar puertas, paredes, permitir la proyección cinematográfica sobre una pantalla móvil y por último un periscopio rotatorio agregado un año después.
Las tecnologías una vez calladas permiten un cierto desapego, un exterior próximo encuadrado y el origen de un paseo arquitectónico formado por diversas terrazas que terminan en una segunda caja verdaderamente mágica.
En su libro «Vers une architecture», Le Corbusier también llamaba a este principio arquitectónico «la sensación cubo», una de las característica del espectáculo arquitectónico.(6)
La última terraza funciona como una pura sensación de cubo dilatado.
Este cubo está formado por dos mitades, un primer medio cubo creado por cuatro muros que sólo dejan ver fragmentos de París (como el Arco del Triunfo o la Torre Eiffel). El paisaje no está frustrado sino subrayado por los cuatro muros, adquiriendo mayor valor metafísico y ganando en profundidad lírica.
La segunda mitad es el cielo parisino, por que más grande y fuerte es la sensación de cubo cuando el cielo hace de techo.
En esta última etapa del paseo arquitectónico ya no hay proyecciones mundanas como en la primera caja sino una simple distancia como alternativa al mal ver. Silencios, suspensiones, ausencias y esperas habitan este lugar en pleno centro de París.
Fue así que se pudo ver bien de cerca y también de lejos, y como dice el adagio Corbuseano «un exterior es también un interior», un nuevo nombre se le dio a este lugar : una pieza a cielo abierto.
Ahora ya sé que las rotondas sólo a veces pueden llegar a ser piezas urbanas. La plaza España es muy arquitectónica, bajo el cielo de Josep Llinás y de Perico Pastor, esta plaza queda interiorizada.
Referencias:
(1) Le Corbusier - Urbanisme 1925.
(2) Le Corbusier - Précisions, Le plan «Voisin» de Paris 1929.
(3) Carta de LC a Carlos de Beistegui, 5-07-29. Fondation Le Corbusier. 1929 viaje por América Latina (Rio de Janeiro, Sao Pablo, Montevideo y Buenos Aires).
(4) «Hay que descubrir el ojo en cada cosa» Giorgio De Chirico - Zeuxis el explorador, Valori Plastici n°1 1918.
(5) Le Corbusier - La revue théâtrale N°12 1950.
(6) Le Corbusier - Vers une architecture 1923.
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