INSTANTÁNEAS DE ROUEN

Víctor Díaz-Asensio, Barcelona




Catedral de Rouen
Claude Monet

Atrincherado en el probador de una tienda de lencería situada en la plaza de la Catedral de Rouen, Claude Monet trabajó un día tras otro intentando
capturar lo mejor de su modelo, el tiempo, cada vez más volátil y escurridizo. Consciente de ello, Monet se apresuraba en inmortalizar un instante que se le escapaba, arañando el lienzo con sus pinceles, intentando robarle un rayo de luz al propio Sol para hacerlo suyo, al amparo de un único biombo que lo separaba de la incrédula clientela.

Escogiendo la catedral más como excusa que como protagonista, fue capaz de captar intangibles como el primer rayo de luz que despunta en la mañana y enciende el portal oeste de la catedral, el viento arremolinado que coquetea con su piel erizada, o una llama que se apaga con el último aliento de una tarde que se desvanece. En los 30 cuadros que componen la serie, Monet fijó diversos instantes que desprovistos de su dimensión temporal, se volvieron eternos. Paradoja del
que es capaz de captar lo efímero mediante un objeto fijo, inalterable y casi perpetuo.



Según Aldo Rossi “el doble sentido del tiempo, atmosférico y cronológico, dirige cualquier edificio”. Así, fugaz por necesidad, condiciona nuestra percepción sobre cualquier elemento, convirtiendo toda mirada en pasajera. Solo hace falta fijarse la catedral pintada por Monet flotando entre la niebla para darse cuenta.

La bruma, que representa la ingravidez del agua, es el símbolo de la suspensión tanto de ésta como del tiempo. Un fenómeno que hace del momento algo palpable. La niebla nos desplaza del propio tiempo y nos pone en perspectiva, nos impide el acercamiento al objeto pero nos aproxima a su significado. Sensible como pocos a éstas cuestiones, el mismo Rossi escribía: “Fue justo en la basílica de Sant’Andrea de Mantua cuando tuve esa primera impresión de la relación entre el tiempo, en su doble sentido atmosférico y cronológico, y la arquitectura; veía la niebla penetrar en la basílica – como a menudo me gusta observar en la Galería Vittorio
Emanuele en Milán – como el elemento imprevisible que modifica y altera, como la luz y las sombras, como las piedras reducidas y gastadas por los pies y las manos
de generaciones de personas.”


Sujeta a la doble polisemia del tiempo, la arquitectura se ve obligada a mostrar siempre múltiples caras. En su dualidad, el fenómeno cronológico y el climático se entrelazan y complementan para descubrir que ni el peso de las catedrales es capaz de anclarlas en un punto fijo.


Referencias:


(1) Autobiografía científica. Aldo Rossi. Coleción clásicos. Ed. Gustavo
Gili, 2019. Traducción Moisés Puente.


Imágenes:


01-07: Catedral de Rouen de la serie de Claude Monet

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