LAS CIUDADES BIOGRÁFICAS
Nuria Prieto, A Coruña
Prólogo
Llueve. Un día atípico de este verano tan diferente. Al mirar el cielo gris y la ciudad difuminada a través de los cristales, hay dos ideas fugaces que atraviesan la cabeza de un arquitecto: ojalá haya resuelto bien todos los encuentros de mis obras, porque como le esté entrando agua a algún cliente mañana la melodía del teléfono va a ser mi banda sonora en una sucesión imparable de quejas, y con razón. La otra, menos mundana, es compartida seguro por muchas otras miradas: el anhelo de caminar, recorrer, conocer otras formas de habitar el mundo. Hay algo en la lluvia que despoja de frivolidad a la mirada humana, quizás porque luego, cuando sale el sol, todo brilla más, es más real.
''Iré a otra tierra, iré a otro mar,
Otra ciudad ha de haber mejor que esta. [...]
No hallarás nuevas tierras, no hallarás otros mares.
La ciudad te seguirá.
Vagarás por las mismas calles.
Y en los mismos barrios te harás viejo;
y entre las mismas paredes irás encaneciendo.
Siempre llegarás a esta ciudad. Para otra tierra-no lo esperes'' (1)
Hay una ciudad en cada persona, aquella que se guarda en alguna parte de la memoria y que se compone de lugares vividos, de segmentos y de capas que se tejen entre sí a través de instantes, gestos o sensaciones. En definitiva: la ciudad biográfica.
Para los arquitectos las ciudades biográficas son más complejas. Esa ciudad se compone de infinidad de detalles, así como de una topografía del conocimiento urbano y arquitectónico basado en la morfología, la historia, la estructura o la estética. La ciudad biográfica del arquitecto funciona como la intensidad de la música o de la risa, es en sí una energía abstracta y sólida, pero también una herramienta de trabajo que nace de la experiencia, la creatividad y el conocimiento. Es una ciudad irreal construida a partir de realidades tangibles, es el lugar al que ir y volver recurrentemente, porque allí se resuelven los proyectos, los detalles constructivos y se escriben los argumentos del pensamiento arquitectónico subjetivo.
El arquitecto Bernard Rudofsky decía que una ciudad no es el resultado de un proyecto, sino la consecuencia de una forma de vida. Esta ciudad tan personal es la respuesta a la forma de vida individual. En ella, todo ha sido sometido a la crítica subjetiva, base de la tradición moderna (2). Es una creación humana, imperfecta e impregnada de una identidad particular que constituye su patrimonio. Quizás por ello para el arquitecto es tan importante, leer, dibujar, escribir y viajar, para mantener viva su ciudad biográfica y hacerla crecer. En la mano que recorre las paredes de un muro conocido desde hace tanto en los libros, en la que traza en un papel las líneas que ven los ojos clavados en una imagen conmovedora, se encuentra la materialidad de la ciudad biográfica.
La mano que dibuja una ciudad
''Existen lugares a los que no iré. Por flojera o por aburrimiento, por fatiga prematura. Pero también existen paisajes o edificios que debería haber visitado hace mucho tiempo.''(3)
La construcción de una ciudad requiere tiempo, tanto que atraviesa siglos a través de su cronología y colecciona acontecimientos que la hacen transformarse, nunca se detiene. El dibujo permite sintetizar a través de pocos trazos un lugar. Los arquitectos dibujan para comprender el lugar y a través de ese proceso, cada uno de estos espacios se teje a la trama urbana de su ciudad biográfica: ''No todos los hombres habitan el mundo de la misma manera''(4)
El resultado de cada viaje es una colección de dibujos que son relatos del lugar. Cada uno de esos bocetos constituye un aprendizaje compuesto de pequeñas lecciones de arquitectura. A veces inconsciente, la mirada, el dibujo y la sensación son una misma acción. Kahn descubrió los colores brillantes de Italia y su gravedad a través del dibujo: naranja, amarillo, trazos contundentes. Molezún describía miradas rápidas, expresivas, transparencias intensas y atmosféricas. Asplund y sus construcciones geométricas. Le Corbusier estudiaba cada detalle, cada elemento de forma obsesivamente descriptiva. Álvaro Siza retrata sensaciones dinámicas, que con su trazo nervioso parecen estar dotadas de sonido, olor y profundidad tangible.
Venecia
"Cien profundas soledades forman juntas la ciudad de Venecia - esa es su magia". (5)
Venecia es voluptuosa y onírica, de sencillez elegante, es la ciudad de la imaginación que bien podría tornarse en biográfica, sin excepciones. Venecia en invierno, con el sonido del agua y el brillo nervioso de las luces, ese instante detenido cuando parece que la música va a comenzar a sonar leve y distante. Todo es silencio. Porque hay ciudades que renuncian a su futuro para transformarse en un testigo del pasado, inmóviles, congeladas justo antes de cualquier movimiento.
La ciudad biográfica no está detenida, es una suma de instantes que narra el 'nativo-extranjero'5 que la construye y habita en su memoria. El plan urbano de esta ciudad en la mente del arquitecto es una dinámica de estímulos: la Villa Malaparte y su escalera al sol, el vestíbulo dorado del Empire State, los mármoles fríos de la Villa Müller y los cálidos del Duomo de Milán, el viaje en el tiempo a través del alabastro de Santa maría Novella en Florencia, la escala humana y atómica de la expansiva Alexanderplatz, el olor del barro y la tierra en Tiébélé, la atmósfera pulverizada de la cocina tradicional japonesa, la llamada a oración de las mezquitas que atraviesa la calle amplificando el espacio público, el tránsito salino entre las islas Eolias, la ausencia del tiempo perdido en la materialidad de Meteora, la luz de la Alhambra pero también la del Panteón de Agripa, los detalles constructivos de Jean Prouvè y los del edificio Seagram, leer a Pessoa en la casa del Té Boa nova, la mano del David de Miguel Ángel y los atardeceres del Bósforo. Piezas, capas, las que articulan esta ciudad que es tan tangible, que bien podría ser objeto de análisis con cualquiera de las herramientas que han desarrollado los tratados de urbanismo contemporáneo, y comenzar el arduo etiquetado en 'locus', 'nodos', 'zonas', 'estudios de detalle' o cualquier otra figura del planeamiento y de la crítica urbana.
Cuando fuera llueve, reviso mis dibujos y doy paseos largos por mi ciudad biográfica, llena de arquitectura. Aunque su construcción es materia a través de la imaginación, es tan real como mirar los canales de Venecia, de noche, en invierno.
Referencias:
(1) Cavafis, Constantino (1910) La ciudad, en Poesía completa, Alianza, Madrid. 2011
(2) Octavio Paz
(3) Smiljan Radic (2018) Cada tanto aparece un perro que habla y otros ensayos. Puente editores. Barcelona
(4) Jean Paul Dubois (2019) Tous les hommes n'habitent pas le monde de la même façon. Éditions de l'Olivier. París.
(5) Friedrich Nietzsche
(6) Ulises Carrión (2017) Nativos extranjeros. Programa de radio Fundación Jumex. Ciudad de México, Ámsterdam y Atenas
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